Básicamente la mayor experiencia como docente la he ejercido en el nivel superior, específicamente en la Universidad Pedagógica Nacional, Unidad 144 de Ciudad Guzmán, Jalisco; en donde soy profesor de tiempo completo y llevo casi 6 años impartiendo clases en la Licenciatura en Intervención Educativa y en Diplomados relacionados con la capacitación y actualización de profesores de educación básica.
Para comenzar quiero describir un poco mi perfil profesional. Estudié dos licenciaturas: la licenciatura en psicología (Universidad de Guadalajara) y la licenciatura en educación media especializada en historia y civismo (Universidad de Colima). Mis estudios universitarios y docentes los complementé con una Maestría en Metodología de la Enseñanza (Instituto Mexicano de Estudios Pedagógicos) y con diversos cursos de capacitación y actualización en educación básica y superior, de los cuales destaca un diplomado en formación docente para la orientación educacional. Actualmente estudio el diplomado “200 días, 200 estrategias” sustentado por la UPN, Unidad 145 de Zapopan, Jalisco.
Mis funciones en UPN han sido diversas. Docencia, tutoría y asesoría académica, dirección de tesis de licenciatura, supervisión de prácticas profesionales y lectoría de tesis de maestría, etc. En la actualidad dedico gran parte de la carga horario a la coordinación de diplomados y a la investigación de temáticas relacionadas con los ámbitos de la orientación educacional.
Por otro lado, desde que estaba como estudiante y hasta la fecha como profesional en psicología y educación, me he dedicado a impartir conferencias, pláticas y talleres con jóvenes de secundaria y bachillerato, manejando temáticas de salud mental y de desarrollo humano. Además también he tratado de darle seguimiento a mi interés por la psicología clínica, dedicando un tiempo a la consulta y asesoría psicológica, especialmente de niños y jóvenes.
El trayecto académico como docente en UPN lo comencé el 01 de septiembre del 2003 (recién egresado de la universidad y con tan sólo 23 años), aunque desde tiempo atrás desarrollé las prácticas profesionales como docente en la Escuela Secundaria Técnica No. 100 de Ciudad Guzmán, impartiendo la materia de Formación Cívica y Ética 3. Entre las principales motivaciones personales por ser docente destacan el interés por transmitir conocimientos y experiencias; contribuir a la formación educativa, sobre todo, de jóvenes y ayudar a la construcción de un México más inclusivo y democrático. Esto último lo reafirmé al integrarme al estudio profesional de la Historia y el Civismo.
La docencia me ha ayudado a ser más crítico, reflexivo y propositivo; esto se ha manifestado al buscar el conocimiento a profundidad de los niveles educativos en los cuales he trabajado. De esa manera es como he diseñado las planificaciones curriculares, le he dado sentido pedagógico y evaluativo a mis prácticas docentes y, finalmente, he participado activamente en diversos encuentros académicos, presentando propuestas de mejora docente. Todo este cúmulo de experiencias (incluyendo las relaciones e interacciones con los diferentes grupos) han provocado en mí tanto emociones negativas como positivas. La desesperación, el estrés el nerviosismo, la tristeza, la felicidad, la frustración, la sorpresa; se han convertido en situaciones de mi cotidianidad. Sin embargo, en lo personal el sentimiento más significativo ha sido la satisfacción al ser docente, pues en realidad estoy en donde quiero estar.
Un acontecimiento muy particular ha sido ejercer en educación media superior. Las asignaturas que he impartido han sido de historia y filosofía. Entre los logros, destaco la oportunidad de trabajar cursos académicos con adolescentes aproximadamente entre los 15 y 18 años, la interacción con esa población me ha traído grandes aprendizajes, muestra de ello ha sido conocer su mundo tan creativo, inquieto y al mismo tiempo cambiante. Cuando estudié psicología revisé teóricamente las características de esta población, no obstante, hasta el momento de entrar en contacto con ellos fue cuando dichos aprendizajes se hicieron aún más significativos. En pocas palabras, ser docente de adolescentes ha significado un gran reto que he afrontado con preparación profesional, actitudes positivas y la aplicación de algunos valores de interacción humana como comprensión, tolerancia, respeto y empatía.
Como lo mencioné anteriormente, en este ejercicio docente he encontrado innumerables satisfacciones, entre las que destacan: lograr aprendizajes en los alumnos, modificar algunas de sus actitudes negativas hacia el aprendizaje (indiferencia hacia el trabajo escolar, severa indisciplina, apatía por relacionarse con sus compañeros, etc.), fomentar un clima de confianza y seguridad para desarrollar el proceso educativo, motivar la reflexión hacia los problemas sociales contemporáneos, etc. En contraparte, me ha desmotivado encontrar alumnos que faltan constantemente al respeto a las personas de su entorno escolar, que toman la vida muy a la ligera, que no aprovechan la educación humana y formativa de su ámbito escolar o, peor aún, viven al día, es decir, carecen de un proyecto de vida a corto o largo plazo.
En conclusión, mi desarrollo docente ha sido diverso y enriquecedor, por la intervención académica en casi todos los niveles educativos y por la población, que hasta siendo del mismo nivel, es muy diferente entre sí. Estoy consciente que me falta mucho por aprender y vivir, de cualquier manera trataré de actuar con la misma filosofía progresista, la cual tuvo sus orígenes desde el momento de identificar que tenía vocación para ser docente.
Para comenzar quiero describir un poco mi perfil profesional. Estudié dos licenciaturas: la licenciatura en psicología (Universidad de Guadalajara) y la licenciatura en educación media especializada en historia y civismo (Universidad de Colima). Mis estudios universitarios y docentes los complementé con una Maestría en Metodología de la Enseñanza (Instituto Mexicano de Estudios Pedagógicos) y con diversos cursos de capacitación y actualización en educación básica y superior, de los cuales destaca un diplomado en formación docente para la orientación educacional. Actualmente estudio el diplomado “200 días, 200 estrategias” sustentado por la UPN, Unidad 145 de Zapopan, Jalisco.
Mis funciones en UPN han sido diversas. Docencia, tutoría y asesoría académica, dirección de tesis de licenciatura, supervisión de prácticas profesionales y lectoría de tesis de maestría, etc. En la actualidad dedico gran parte de la carga horario a la coordinación de diplomados y a la investigación de temáticas relacionadas con los ámbitos de la orientación educacional.
Por otro lado, desde que estaba como estudiante y hasta la fecha como profesional en psicología y educación, me he dedicado a impartir conferencias, pláticas y talleres con jóvenes de secundaria y bachillerato, manejando temáticas de salud mental y de desarrollo humano. Además también he tratado de darle seguimiento a mi interés por la psicología clínica, dedicando un tiempo a la consulta y asesoría psicológica, especialmente de niños y jóvenes.
El trayecto académico como docente en UPN lo comencé el 01 de septiembre del 2003 (recién egresado de la universidad y con tan sólo 23 años), aunque desde tiempo atrás desarrollé las prácticas profesionales como docente en la Escuela Secundaria Técnica No. 100 de Ciudad Guzmán, impartiendo la materia de Formación Cívica y Ética 3. Entre las principales motivaciones personales por ser docente destacan el interés por transmitir conocimientos y experiencias; contribuir a la formación educativa, sobre todo, de jóvenes y ayudar a la construcción de un México más inclusivo y democrático. Esto último lo reafirmé al integrarme al estudio profesional de la Historia y el Civismo.
La docencia me ha ayudado a ser más crítico, reflexivo y propositivo; esto se ha manifestado al buscar el conocimiento a profundidad de los niveles educativos en los cuales he trabajado. De esa manera es como he diseñado las planificaciones curriculares, le he dado sentido pedagógico y evaluativo a mis prácticas docentes y, finalmente, he participado activamente en diversos encuentros académicos, presentando propuestas de mejora docente. Todo este cúmulo de experiencias (incluyendo las relaciones e interacciones con los diferentes grupos) han provocado en mí tanto emociones negativas como positivas. La desesperación, el estrés el nerviosismo, la tristeza, la felicidad, la frustración, la sorpresa; se han convertido en situaciones de mi cotidianidad. Sin embargo, en lo personal el sentimiento más significativo ha sido la satisfacción al ser docente, pues en realidad estoy en donde quiero estar.
Un acontecimiento muy particular ha sido ejercer en educación media superior. Las asignaturas que he impartido han sido de historia y filosofía. Entre los logros, destaco la oportunidad de trabajar cursos académicos con adolescentes aproximadamente entre los 15 y 18 años, la interacción con esa población me ha traído grandes aprendizajes, muestra de ello ha sido conocer su mundo tan creativo, inquieto y al mismo tiempo cambiante. Cuando estudié psicología revisé teóricamente las características de esta población, no obstante, hasta el momento de entrar en contacto con ellos fue cuando dichos aprendizajes se hicieron aún más significativos. En pocas palabras, ser docente de adolescentes ha significado un gran reto que he afrontado con preparación profesional, actitudes positivas y la aplicación de algunos valores de interacción humana como comprensión, tolerancia, respeto y empatía.
Como lo mencioné anteriormente, en este ejercicio docente he encontrado innumerables satisfacciones, entre las que destacan: lograr aprendizajes en los alumnos, modificar algunas de sus actitudes negativas hacia el aprendizaje (indiferencia hacia el trabajo escolar, severa indisciplina, apatía por relacionarse con sus compañeros, etc.), fomentar un clima de confianza y seguridad para desarrollar el proceso educativo, motivar la reflexión hacia los problemas sociales contemporáneos, etc. En contraparte, me ha desmotivado encontrar alumnos que faltan constantemente al respeto a las personas de su entorno escolar, que toman la vida muy a la ligera, que no aprovechan la educación humana y formativa de su ámbito escolar o, peor aún, viven al día, es decir, carecen de un proyecto de vida a corto o largo plazo.
En conclusión, mi desarrollo docente ha sido diverso y enriquecedor, por la intervención académica en casi todos los niveles educativos y por la población, que hasta siendo del mismo nivel, es muy diferente entre sí. Estoy consciente que me falta mucho por aprender y vivir, de cualquier manera trataré de actuar con la misma filosofía progresista, la cual tuvo sus orígenes desde el momento de identificar que tenía vocación para ser docente.