domingo, 17 de mayo de 2009

Mi confrontación con la docencia


Básicamente la mayor experiencia como docente la he ejercido en el nivel superior, específicamente en la Universidad Pedagógica Nacional, Unidad 144 de Ciudad Guzmán, Jalisco; en donde soy profesor de tiempo completo y llevo casi 6 años impartiendo clases en la Licenciatura en Intervención Educativa y en Diplomados relacionados con la capacitación y actualización de profesores de educación básica.

Para comenzar quiero describir un poco mi perfil profesional. Estudié dos licenciaturas: la licenciatura en psicología (Universidad de Guadalajara) y la licenciatura en educación media especializada en historia y civismo (Universidad de Colima). Mis estudios universitarios y docentes los complementé con una Maestría en Metodología de la Enseñanza (Instituto Mexicano de Estudios Pedagógicos) y con diversos cursos de capacitación y actualización en educación básica y superior, de los cuales destaca un diplomado en formación docente para la orientación educacional. Actualmente estudio el diplomado “200 días, 200 estrategias” sustentado por la UPN, Unidad 145 de Zapopan, Jalisco.

Mis funciones en UPN han sido diversas. Docencia, tutoría y asesoría académica, dirección de tesis de licenciatura, supervisión de prácticas profesionales y lectoría de tesis de maestría, etc. En la actualidad dedico gran parte de la carga horario a la coordinación de diplomados y a la investigación de temáticas relacionadas con los ámbitos de la orientación educacional.

Por otro lado, desde que estaba como estudiante y hasta la fecha como profesional en psicología y educación, me he dedicado a impartir conferencias, pláticas y talleres con jóvenes de secundaria y bachillerato, manejando temáticas de salud mental y de desarrollo humano. Además también he tratado de darle seguimiento a mi interés por la psicología clínica, dedicando un tiempo a la consulta y asesoría psicológica, especialmente de niños y jóvenes.

El trayecto académico como docente en UPN lo comencé el 01 de septiembre del 2003 (recién egresado de la universidad y con tan sólo 23 años), aunque desde tiempo atrás desarrollé las prácticas profesionales como docente en la Escuela Secundaria Técnica No. 100 de Ciudad Guzmán, impartiendo la materia de Formación Cívica y Ética 3. Entre las principales motivaciones personales por ser docente destacan el interés por transmitir conocimientos y experiencias; contribuir a la formación educativa, sobre todo, de jóvenes y ayudar a la construcción de un México más inclusivo y democrático. Esto último lo reafirmé al integrarme al estudio profesional de la Historia y el Civismo.

La docencia me ha ayudado a ser más crítico, reflexivo y propositivo; esto se ha manifestado al buscar el conocimiento a profundidad de los niveles educativos en los cuales he trabajado. De esa manera es como he diseñado las planificaciones curriculares, le he dado sentido pedagógico y evaluativo a mis prácticas docentes y, finalmente, he participado activamente en diversos encuentros académicos, presentando propuestas de mejora docente. Todo este cúmulo de experiencias (incluyendo las relaciones e interacciones con los diferentes grupos) han provocado en mí tanto emociones negativas como positivas. La desesperación, el estrés el nerviosismo, la tristeza, la felicidad, la frustración, la sorpresa; se han convertido en situaciones de mi cotidianidad. Sin embargo, en lo personal el sentimiento más significativo ha sido la satisfacción al ser docente, pues en realidad estoy en donde quiero estar.

Un acontecimiento muy particular ha sido ejercer en educación media superior. Las asignaturas que he impartido han sido de historia y filosofía. Entre los logros, destaco la oportunidad de trabajar cursos académicos con adolescentes aproximadamente entre los 15 y 18 años, la interacción con esa población me ha traído grandes aprendizajes, muestra de ello ha sido conocer su mundo tan creativo, inquieto y al mismo tiempo cambiante. Cuando estudié psicología revisé teóricamente las características de esta población, no obstante, hasta el momento de entrar en contacto con ellos fue cuando dichos aprendizajes se hicieron aún más significativos. En pocas palabras, ser docente de adolescentes ha significado un gran reto que he afrontado con preparación profesional, actitudes positivas y la aplicación de algunos valores de interacción humana como comprensión, tolerancia, respeto y empatía.

Como lo mencioné anteriormente, en este ejercicio docente he encontrado innumerables satisfacciones, entre las que destacan: lograr aprendizajes en los alumnos, modificar algunas de sus actitudes negativas hacia el aprendizaje (indiferencia hacia el trabajo escolar, severa indisciplina, apatía por relacionarse con sus compañeros, etc.), fomentar un clima de confianza y seguridad para desarrollar el proceso educativo, motivar la reflexión hacia los problemas sociales contemporáneos, etc. En contraparte, me ha desmotivado encontrar alumnos que faltan constantemente al respeto a las personas de su entorno escolar, que toman la vida muy a la ligera, que no aprovechan la educación humana y formativa de su ámbito escolar o, peor aún, viven al día, es decir, carecen de un proyecto de vida a corto o largo plazo.

En conclusión, mi desarrollo docente ha sido diverso y enriquecedor, por la intervención académica en casi todos los niveles educativos y por la población, que hasta siendo del mismo nivel, es muy diferente entre sí. Estoy consciente que me falta mucho por aprender y vivir, de cualquier manera trataré de actuar con la misma filosofía progresista, la cual tuvo sus orígenes desde el momento de identificar que tenía vocación para ser docente.

Mi aventura de ser docente


La docencia es una profesión ambivalente. Como docente he experimentado emociones tanto positivas como negativas, las cuales me han hecho madurar profesional y humanamente. Todavía recuerdo los nervios que sentí la primera vez que me presenté en un grupo de escuela preparatoria, quienes se mostraban desinteresados por atender indicaciones e iniciar la revisión de contenidos relacionados con la materia de historia universal, pero también recuerdo cuando posteriormente se acercaron algunos alumnos para contarme sucesos de su historia personal. Esto me provocó una gran satisfacción y alegría.
La libertad de ser profesor. Con el paso del tiempo he encontrado un punto de equilibrio entre proyectarme ante los alumnos como el profesor “humano” y el profesor “académico”. En varias ocasiones, sobre todo cuando revisamos algunos contenidos temáticos, les comparto experiencias personales, dando apertura a que ellos también lo hagan en el momento que lo crean oportuno.
Construcción de una identidad profesional. Esta situación se ha dado con base a una personalidad propia, la influencia de mi formación docente y universitaria, y de los contextos sociales y académicos en donde me he desenvuelto y, finalmente, a la constante capacitación y actualización que he tomado continuamente para fortalecer y mejorar la práctica docente.
Ser interlocutor y estar al servicio del aprendizaje de los alumnos. Antes de comenzar cualquier curso, me agrada llevar a cabo actividades de diagnóstico, no solamente para identificar saberes previos de los alumnos, sino también las características del grupo y de cada alumno, las dinámicas, los roles y las formas de comunicación ejercidas entre alumnos. Estas y otras situaciones de análisis me han dado la pauta para planificar las estrategias de enseñanza – aprendizaje. En relación a ser interlocutor, quiero compartir que aplico diversas formas para comunicarme con los alumnos, destacando el lenguaje verbal, escrito y corporal, el uso de los medios cibernéticos, etc.
La importancia de la disciplina. Cuando comenzaba como docente me desesperaba mucho al escuchar los gritos, las pláticas escandalosas y manifestaciones de inquietud por parte de los alumnos. Al utilizar el razonamiento, identifiqué que esa indisciplina era causada en parte por las estrategias poco atractivas y motivantes que aplicaba en clases. Fue así como decidí entrar en diálogo con los alumnos para conocer algunas opiniones y sugerencias respecto a las actividades y estrategias de enseñanza – aprendizaje. Hasta ahorita me ha funcionado de regular a muy bien, dependiendo de las características de los grupos, las políticas institucionales, etc.
Interés por adquirir y transmitir saberes. La capacitación y actualización las considero tareas permanentes. Tengo el gusto de interactuar con colegas docentes y profesionistas para enriquecer y conocer distintos enfoques disciplinarios. La docencia me ha demandado una constante inquietud por adquirir más saberes, pero todavía ha sido y será más satisfactorio el hecho de compartirlos con otras personas y observar que aplicarlos en su vida cotidiana les ha servido de algo.